Actualmente existen diversos aparatos dentales que pueden ayudar a tu hijo a mejorar su boca. Es lo que se conoce como ortopedia bucal. Sobre todo si tu hijo(a) tiene una mala mordida, o un diente de leche se le caiga antes de que el definitivo salga, o tenga la boca muy pequeña para los dientes que vienen.
Hay distintos tipos de aparatos con diversas funcionalidades: disyuntores, mantenedor de espacio, aparato fijo o removible… El éxito de estos tratamientos dependen de muchos factores, pero algunas cosas son básicas:
– Presta atención a lo que te indique tu dentista. Algunas veces te va a pedir que hagas algunas adaptaciones al aparato cada cierto tiempo para que el tratamiento avance. Y no te quedes con preguntas o dudas. Contacta a tu dentista si la tienes.
– Constancia, constancia: sobre todo en el caso de un aparato removible, la constancia de tu hijo(a) en colocárselo y hacer los ejercicios que le manda la ortodoncista son clave.
– Acude a los controles: normalmente deberás acudir mensualmente con tu hijo(a) para que la ortodoncista haga los ajustes necesarios para que el tratamiento continúe, y valorará los avances conseguidos.
– ¡El aparato se cae! No te preocupes, suele pasar, sobre todo al principio. El aparato ejerce una importante fuerza sobre la boca para alcanzar el objetivo planteado. Y si además, tu hijo(a) juega o muerde el aparato (algo que no debería hacer), eso lo debilita y lo hace más vulnerable a que se caiga o se rompa.
Y recuerda, la ortopedia dental podría evitar problemas de salud (apiñamiento de dientes, mala mordida, bruxismo…), incluso tratamientos más costosos en el futuro.
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